LA BELLEZA DEL MILAGRO NAVIDEÑO. Es muy difícil sustraerse al clima de misterio, de alegría y de esperanza que despierta la celebración de la Nochebuena y la Navidad. Hay cánticos, hay abrazos, voces de alegría y de reencuentros. Eso no significa, sin embargo, omisión o indiferencia ante las dificultades, dolores, carencias y sufrimientos de muchos hermanos nuestros en estos difíciles tiempos de la pandemia, de las graves injusticias y hasta de inexplicables discriminaciones. Es una Navidad que convoca más que nunca a la solidaridad, al compartir y a ese estar siempre presente para el otro. Todos estamos llamados a responder con nuestras vidas al significado del mensaje navideño. Llamados a ser aunque sea una pequeña lumbre en la oscuridad de la corrupción, de las injusticias y del menosprecio. Todos llamados a ser el pesebre que ilumine la esperanza y la fe, como lo afirmara en Papa Francisco, en su mensaje de este año. Pero puede ser que para los no creyentes la Navidad sea sol
UN TIEMPO SIN MAÑANA. Cuesta entender lo que pasa con nuestra gente, especialmente con nuestros jóvenes. Al parecer la angustia predomina sobre los placeres que necesitan renovarse permanentemente. Se vive en una tensión que no se acaba y los sicólogos no dan abasto para atender tanta demanda del stress generalizado. Los padres y maestros pierden el control sobre las nuevas generaciones que surgen, que son aprisionadas, inspiradas y aprehendidas por la magia y los desafíos de las nuevas tecnologías. Aparecen nuevos códigos y se estructura una nueva cosmovisión a partir de flashes y sonidos que abrevan en la fuente inquietante de los medios de comunicación. Hay una crisis que los entendidos la denominan la crisis de la posmodernidad. En el intento por entender y compartir las inquietudes sobre el tema, nos viene muy a propósito, el artículo publicado en la página cultural de ABC color del domingo 26 de octubre del 2014, por la Lic. Luz S. Cabral, bajo el título de: “Placer y angusti